“En Dios confiamos”, dice un viejo chiste de la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense. “A todos los demás los vigilamos”. The Guardian y The Washington Post revelaron otro amplísimo programa de vigilancia de la Agencia, llamado Prisma, que exigía a los grandes proveedores de Internet del país que les transmitieran en secreto todo tipo de datos: correos electrónicos, fotos, vídeos, servicios de chat, transferencias de archivos, datos almacenados, registros y videoconferencias.
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