Para explicar el caos causado por los cambios en el pago de la Renta Mínima de Inserción (RMI) aplicados en pleno agosto y por sorpresa, el conseller Mena justificó la polémica reforma amparándose en un fraude que no cuantificó. No dio ni un dato; prefirió ir a las anécdotas. Definió inidignado como gastos superfluos "¡Veterinarios, cuotas de ONG!" entre otros. Mientras, a las puertas del Parlament, un grupo de trabajadores sociales recordaba que la mayoría de perceptores están en el umbral más extremo de la exclusión.
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