En 1840 un alemán llamado Julius Robert Mayer se embarcaba como médico práctico en un barco holandés con destino a la isla de Java. Durante el viaje descubrió algo que le resultó especialmente llamativo: mientras practicaba las habituales sangrías observó que la sangre no era de color rojo oscuro, como estaba acostumbrado a ver en Europa, sino rojo brillante.La diferencia en el color de la sangre, decía Mayer, tiene su origen en que al vivir en un lugar más cálido el cuerpo necesita quemar menos oxígeno
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