Cuatro costumbres saludables combinadas, a saber, ejercicio físico, no fumar, beber moderadamente y una alimentación sana (que incluya frutas y vegetales), se asocian con una marcada disminución en el riesgo de infarto cerebral. El riesgo de los que no practica ninguna de las costumbres es más del doble que el riesgo de quienes practican los cuatro hábitos. En inglés.
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