(C&P) No debemos por tanto preocuparnos mucho por la profecía, en el sentido que es un arte que va más allá que la prospectiva (..). No tenemos, nosotros, ciudadanos de 2010, por qué saber lo que pasará a 20, 30 o 50 años vista (...). Sí que deberíamos esforzarnos en identificar y tomarnos en serio algunos indicadores de futuro preocupantes (..) como las crisis económicas y financieras globales cíclicas, las incertidumbres sobre el cambio climático, el futuro de fuentes de energía, el agua, la agricultura.
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