Mala noticia para la civilización: las religiones del Libro ya no saben leer. Confunden autor y personaje y parecen incapaces de captar la ironía. Los mismos que piden que no se lean literalmente la Biblia ni el Corán toman ficción por realidad cuando se enfrentan a la literatura. Enternece que los inquisidores, como los dictadores, sean los únicos que se preocupan por la literatura.
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