Robert Harris, el autor del libro “The Fear Index” (y en el cual se basa este artículo), comentaba que hace poco estuvo observando un sistema algorítmico en Ginebra de una operación de fondos de riesgo en la Bolsa de Valores de Nueva York. El ordenador había seleccionado las acciones con las que quería operar. Se comunicaba con el sistema informático del broker en Estados Unidos, que, en cambio, se comunicaba con el intercambio informático que facilitaba la operación. No había ningún humano implicado.
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