"Aquella noche seguí las instrucciones. Entré descalzo en el bungaló, casi de puntillas. No se habló en absoluto de mi situación como cadete caído. Ella estaba de humor compasivo, piadoso, amable, tierno. ¡Su aroma! El aroma de las flores tropicales del lugar. La piel de raso, su tez de color de miel, con sus pequitas, su pelo suave y la suavidad de sus labios. La pasión. Una de mis noches más maravillosas. Entonces cayó el segundo golpe. Habíamos perdido la noción del tiempo... ¡cuando entró el marido!"
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