Al parecer, y según se publicaba en 1909, un ignoto ingeniero alemán había inventado todo un zepelín guiado por carriles o, en la descripción original, un ferrocarril volante. El concepto se basaba en unir las ventajas de una nave aérea, como un dirigible, con las de un medio de locomoción terrestre, en este caso el tren.
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