Lleva sólo cinco euros en el bolsillo, pero él es un triunfador que dedica ahora el tiempo a enseñar a trabajar en equipo. Koldo Saratxaga convirtió una empresa en ruinas -el fabricante guipuzcoano de autobuses Irizar- en un negocio esplendoroso y ahora le contratan como consultor, una palabra que él detesta.
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