Al final poco se deja al azar en la carrera para acabar con Garzón, un esfuerzo que pone en alineación a muchas figuras de gran alcance a los que había ofendido: el ahora gobernante Partido Popular, involucrado por las revelaciones de corrupción en la red Gürtel, el gobierno de Estados Unidos, que se enojó por la investigación de las torturas en Guantánamo, los herederos del franquismo, en estado de histeria ante la posibilidad de una investigación en los asesinatos en masa de esa época.
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