"Tendrás que cocinar, lavar la ropa, planchar y cuidar a la niña; acá se hace de todo". Soportaba restricciones de comida, jornadas maratonianas de trabajo que comenzaban a las seis de la mañana y terminaban a la una de la madrugada del día siguiente, y frases del tipo: "Si yo no doy orden tú no puedes comer". O "no me mires así, nunca llevarás la ropa que llevo yo".
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