Triste país, dijo el filósofo, aquel en el que hay que explicar lo evidente. Hoy, lo evidente, en medio del temporal político, se llama Estado de derecho, que es ese sistema de convivencia en democracia que prescribe la supremacía de la ley y de su aplicación por los jueces por encima incluso de la conveniencia política, económica o social. Culpar la Gobierno de la fuga del etarra Troitiño por no haberlo vigilado tras su inexplicable excarcelación puede ser rentable políticamente, pero no es apropiado: la ley impedía que fuera seguido.
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