Estonia, uno de los tres países bálticos que formaban parte de la ex Unión Soviética, adoptó el sábado el euro, símbolo de su anclaje a la Unión Europea (UE), convirtiéndose así en el 17º miembro de la Eurozona, que atraviesa una crisis sin precedentes. Desde medianoche, 1,3 millones de estonios dijeron adiós en forma definitiva a su moneda, la corona, que había reemplazado al rublo soviético en 1992, tras la independencia de la URSS. Estonia es el tercer país ex comunista en adoptar el euro, luego de Eslovenia en 2007 y Eslovaquia en 2009.
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