Chema Morales trabajó durante 17 años como guardia civil en el cuartel de Intxaurondo, hasta que a finales de julio de 1991 sufrió un atentado perpetrado por ETA. Desde entonces, su vida cambió radicalmente. Morales fue dado de baja en su trabajo y empezó a colaborar activamente con la Asociación de Víctimas de Terrorismo hasta que Francisco José Alcaraz decidió defenestrarlo en 2007. Le acusaron de no ser víctima, de ser paranoide y narcotraficante. Fue defenestrado por criticar la politización de la Asociación presidida por Alcaraz.
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