Las minas antipersonas constituyen una de los peores legados que dejan las guerras porque los conflictos terminan pero estos explosivos permanecen enterrados sin que nadie recuerde dónde se colocaron exactamente. Y permanecen silenciosa pero siniestramente activos durante años hasta que algún desgraciado pie es guiado por el destino en su dirección; encima parece que los niños son sus víctimas preferidas.
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