Si Lucas no hubiese muerto a los 19 años, Zaragoza no estaría hoy a punto de inaugurar su Expo 2008. El gran proyecto que se abrirá dentro de un mes, y que estará dedicado al agua como bien universal, tuvo su origen a finales de los noventa en la mesa de la cocina de la ourensana María Milagros Rodríguez, en torno a la cual ella y su marido, el arquitecto urbanista Carlos Miret, trataban de digerir una tragedia personal. Un lago de la Expo tal vez lleve su nombre. Una historia atípica de superación de una pérdida irreparable.
|
etiquetas: expo zaragoza , cocina , gallega