Lo cierto es que el mundo del secreto de los magos, cuyos trucos pasan de boca a oído con total discreción, carece de protección jurídica. Así, el mago Enmascarado, un tal Valentino, vendió sus trucos “por un plato de lentejas” y a cambio de su enriquecimiento personal ha provocado un daño irreparable a la profesión. El único pleito sobre el particular encontrado fue el resuelto por la Audiencia Provincial de Alicante en 2003, en relación con el supuesto plagio del truco de una artista que sacaba objetos de la vagina.
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