La visita papal dejó telarañas en las cajas registradoras. A media tarde muchos restaurantes cerraron. Más policías que visitantes, mucha mercancía que apunta al congelador, bocadillos a la basura, recuerdos de la vista papal al almacén... El único consuelo se centra en esperar que la promoción de la ciudad con esta visita sea un negocio de futuro. Es la única esperanza que le queda a comerciantes y hosteleros tras una jornada nefasta en la que la inversión para nada se corresponde con la recaudación.
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