Las fumigaciones aéreas de los bosques españoles afectados por plagas como la de la procesionaria del pino se practican lanzando sustancias químicas tóxicas y persistentes como el diflubenzurón que se mezcla con gasóleo. Los efectos de estos tratamientos sobre la población humana y el entorno no están suficientemente estudiados, pero afectan de forma grave especialmente a personas con el síndrome de sensibilidad química múltiple.
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