Desde que PRISA, asfixiada por las deudas, vendió Cuatro a Tele 5, quedó claro que las otras dos grandes cadenas privadas, Antena 3 y La Sexta, estaban abocadas a entenderse. La crisis económica, la caída de la facturación publicitaria y la concentración de los ingresos en las cadenas de mayores audiencias prácticamente les obligaba a ello, si querían sobrevivir.
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