Tres días durante los cuales nos podíamos encontrar con unas rebajas que asustaban… por lo menos aparentemente. Ya que, en la realidad (y salvo contadas excepciones, generalmente en productos tecnológicos), no existían tales descuentos. Y los consumidores, pese a que insistamos en tratarles como a tontos (me suena al respecto un lema de una gran cadena), no han caído en la trampa. Muy al contrario: han ido a comprar y se han quedado con la sensación de que les estaban engañando.
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