La consternación se adueñó de Castrobó, parroquia aranguesa de Vilarraso, donde la familia desaparecida era muy estimada. Según los vecinos, el padre trabajaba en un bar cercano y era muy apreciado por todo el vecindario, consciente de los esfuerzos que el hombre tenía que realizar para sacar adelante a sus dos hijos dependientes, a los que mantenía en solitario desde el fallecimiento repentino de su esposa, en septiembre de 2006. Vaya drama.
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