Las revistas top, para mantener su prestigio, rechazan la mayor parte de los artículos que reciben. Como la gran mayoría de esos trabajos son técnicamente correctos, el argumento para rechazarlos es otro: literalmente, “no son suficientemente importantes”. De hecho, esos rechazos los hacen unos editores, que juzgan los trabajos no por su validez, sino por lo “sexy” que resultan. Y deciden si podría ser interesante (o sea, si vendería) publicarlo, y sólo entonces lo envían a revisores científicos. Esto está condicionando en qué se investiga.
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