El Talang en la isla de Sumatra había permanecido dormido durante siglos cuando, en abril de 2005, volvió repentinamente a la vida. Temiendo una erupción de importancia, las autoridades locales comenzaron a evacuar a 40 000 personas. Al mismo tiempo, las Naciones Unidas lanzaron una llamada de socorro: los vulcanólogos deberían empezar a monitorizar Talang. Sin que ellos lo supieran, un pequeño satélite ya estaba observandolo. Nadie le había dicho que lo hiciera. EO-1 advirtió las señales de aviso y comenzó a monitorizar Talang por su cuenta.
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