Por unos pocos días todos abandonamos al ser adulto para jugar a realizar sueños. Esos sueños que tantas veces se nos han quedado en la cuneta. Esos sueños que de alguna forma, nos siguen atando a la infancia. Por eso, cada vez que llevamos a la práctica alguna ilusión, es como si nuestro ser retrocediera en el tiempo y el espacio y quedara suspendido de las manos de un niño: nuestra infancia. Todos fuimos un poco (o un mucho) Juan Salvador Gaviota. Todos nos hicimos más libres y conscientes de esa libertad.
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