Su soltería vocacional le permitió coleccionar más y más libros con espíritu de entomólogo minucioso. Los compraba en las librerías y los kioskos de Vitoria, donde es muy conocido, o también a través de catálogos. «Del 70% de estos libros he hecho una recensión y una ficha siempre a bolígrafo. Nunca a máquina ni ordenador», recalca como quien se ha situado fuera del tiempo. Ha conseguido registrar su colección en el censo de bibliotecas particulares del País Vasco, por delante en número de las de Henrike Knörr (15.000 volúmenes)
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