Los rusos parecen tener una debilidad por las máquinas o armas grandes. A la hora de diseñar o construir algo prefieren que sobresalga por su tamaño. De hecho, muchas veces semejantes dimensiones fueron más un estorbo que una ventaja, pero aún así, insistieron en ello. La fortaleza volante Kalinin K-7 construida hace unos 80 años encaja perfectamente en este perfil. Te contamos la historia de un avión gigante, capaz de transportar 9000 kg de bombas. Relacionada
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