Una de los hechos más alucinantes de la política mundial es la absoluta negación de apoyo que los demócratas europeos han prestado tradicionalmente a los demócratas árabes. La teoría general es que el demócrata en países de mayoría islámica no existe. Y si existe está disfrazado. Tarde o temprano le saldrá el moro fanático que lleva dentro. Os suena ¿verdad? Por eso a tanta gente le ha sorprendido no ver barbas, velos ni boinillas de croché en las revueltas tunecinas.
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