Se ha intentado ridiculizar a este filósofo europeo y presentarlo como un pánfilo optimista. Nada más lejos de la realidad. Para Rousseau esa libertad imperfecta es, desgraciadamente, un mal necesario para el desarrollo pleno y la supervivencia del niño. O es que alguien cree que para no traumatizar a un menor, o para no mostrarle la cruel diferencia entre lo permitido y lo prohibido, debemos dejar que un niño haga lo que quiera. Nadie sensato puede pensar que sí, pues ¿qué padre o madre dejaría que su hijo gatease al borde de un precipicio?
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