El 27 de diciembre de 2004 se registro un flash que fue más brillante que la Luna llena y que cualquier otra cosa jamás detectada desde más allá de nuestro Sistema Solar. Mientras viajaba por el espacio, la explosión de energía sacudió a miles de satélites en órbita e ionizó la atmósfera de toda la parte superior de la Tierra, provocando su iluminación. Vino de una lejana constelación, a 50 mil años luz de distancia, pero su impacto pudo verse a simple vista.
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