El gran mazazo vino cuando les informaron de qué delito les acusaban. «¿Corrupción de menores? ¿En serio? Venga es una broma; te estás quedando conmigo», les decía Esteban, una y otra vez. La magistrada ordenó su ingreso en prisión preventiva. Después, vino «el linchamiento» público. «Oímos que las televisiones dijeron que habíamos hecho cosas terribles. Todo mentira», se duelen los jóvenes.
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