No hay lucha de clases más encarnizada que la que se planeta sobre las bases de lo que se permite a los demás, lo que se espera de ellos y las cosas que se menosprecian, o se prefiere mantener apartadas. El niño adoptado echa en cierto modo de menos el haber pasado hambre, o haber sido víctima de abusos, o que le hubiesen pegado: así podría odiarles. Pero no hicieron nada de eso, y por eso mismo los odia más aún...
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