Una mañana de domingo, el 6 de enero de 2008 estaba en la iglesia cuando mi móvil vibró. Tan discretamente como pude, comprobé el teléfono y vi que marcaba “Desconocido”. Preferí ignorarlo. Después de la ceremonia, mientras iba hacia el coche con mi familia, comprobé los mensajes. El mensaje era de Steve Jobs. “Vic, ¿puedes llamarme a casa? tengo algo urgente que discutir”, decía.
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