Imáneges como la de Judá Ben-Hur echando el bofe jalando de remo al frenético ritmo que marca el hortator de la galera del gélido e implacable cónsul Quinto Arrio, han contribuido a crear uno de tantos mitos que la gente cree a pie juntillas. Se da por sentado que todos los remeros de las galeras, desde los tiempos más remotos, eran forzados, criminales obligados a expiar sus delitos a golpe de remo fustigados constantemente por unos cómitres sumamente forzudos, con muy mala leche y con siete másters en el manejo de todo tipo de látigos...
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