La última vez que leí algo sobre la visita, muy poco conocida, de Jim Morrison a la Alhambra de Granada fue en un despacho de la agencia Efe. Cuéllar dice que Jim Morrison llevaba una poblada barba y que pidió whisky. Como no había en el local, el propio Cuellar asegura que fue a buscar una botella. Jim Morrison y Pamela, su pálida y frágil pareja, se habían instalado en casa de unos australianos. Estábamos a mediados del mes de abril de 1971, a menos de tres meses de la muerte de Morrison en París.
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