El hijo de mil putas asesino Jorge Rafael Videla, digno militar argentino, acaba de morirse. Murió, por suerte, en una cárcel. Su desaparición –su desaparición– es un alivio para todos. Es raro que una muerte sea una alegría, pero sí. Algunos, en estos momentos, lamentan que no haya sufrido como sus víctimas. Sin ánimo ni posibilidad de comparar, yo creo que sufrió mucho al ver que los ricos argentinos que lo habían impulsado y apoyado cuando su gobierno torturaba y mataba, después lo abandonaron con su clásica cara de yo no fuí.
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