Entre las 2.974 personas fallecidas durante los ataques del 11-S había un grupo que no contaba con documentos de inmigración, conocidos como los “muertos invisibles”. Desde entonces sus familias, también sin documentos, han vivido con el miedo de ser deportados, en gran parte invisibles ellos también durante los últimos siete años. 15 de esas familias han recibido este mes documentos temporales. Un debate incómodo sobre el cobro de las indemnizaciones estatales, surgido entre lectores del New York Times, les puede abrir una puerta de esperanza.
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