Nací de culo. Literalmente. En serio, puede usted preguntar a mis padres. En el momento del alumbramiento, en ese momento en que empiezan las contracciones, en ese instante en que el mundo que uno conoce se desmorona y de repente se ve una luz, yo me di la vuelta. Me puse de espaldas. O más curioso aún: me puse de culo.
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