El uranio no sirve para que el pueblo de Níger viva mejor, sino al contrario: su explotación provoca daños sociales, medioambientales y en la salud de la población. Este podría ser el resumen de la industria del uranio en un país que, si bien se sitúa entre el tercer y quinto puesto como productor mundial de este mineral fundamental para la generación de energía nuclear (con una producción de entorno al 7,5% del total), ocupa año tras año los últimos puestos del índice de desarrollo humano del PNUD.
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