Se comen toda la comida, no interrumpen a los adultos y saludan a las visitas. Los buenos modales de los niños galos sorprendieron tanto a una escritora estadounidense, que dedicó cinco años a indagar sobre el estilo de crianza en Francia y su marcada diferencia con los padres americanos. ¿El resultado? Un libro que describe el complejo equilibrio entre disciplina y libertad.
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