De pequeño vendían unas cajitas con plastilina que contenían varias barritas de colores variados. Variados hasta que se había pasado un rato jugando con ellas, pues al poco lo que quedaba no era sino una masa informe de un color tirando a grisáceo bastante feo. Y, por más que uno quisiera mezclarlo con colores nuevos, la cosa ya no tenía arreglo. Algo parecido ocurre con los eurobonos, que no por mezclar deuda soberana mala con la deuda de países solventes, mejora el aspecto de la mezcla...
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