Estamos perdiendo nuestra intimidad a marchas forzadas. Y ya no de una forma clandestina, sino que nosotros mismos estamos dispuestos a perderla porque, a cambio, recibimos mayor visibilidad, interactuamos con más agentes, nos beneficiamos de más ventajas. Por ejemplo, a la hora de colgar estados, fotos o gustos en Facebook. Sarna con gusto ni pica, dicen. ¿Pero para qué les sirve todo esto?
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