Está empezando a desarrollarse un fenómeno extraño, preocupante: la demonización de quien tiene trabajo. Como es "un privilegiado", tiene que aceptar lo que sea sin rechistar lo más mínimo. Tiene que aceptar reducciones salariales, cambios de horario, de emplazamiento de su lugar de trabajo, incluso tiene que aceptar que le echen, "porque tiene trabajo". Da igual a lo que se dediquen, cual sea su profesión, es indiferente lo que hagan: tienen trabajo, luego tienen que tragar con lo que sea...
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