El Rastro madrileño, fue, de la misma manera que el Mercat de Sant Antoni en Barcelona, germen de gran cantidad de compañías de software de la época de ocho bits, y ahí se dirigieron los jóvenes Javier Cano y Emilio Martínez, con la esperanza de poder venderle a alguien su juego educativo. En el pintoresco mercado madrileño, contactaron con un representante de Erbe, que se interesó por su juego. Había nacido Erbe Software.
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