Un reportero de EL PAÍS entra en la favela carioca de Morro dos Macacos tras la ofensiva contra el 'narco'. "Periodista, deja de temblar, si quisiéramos ya estarías muerto". Son las primeras palabras mínimamente tranquilizadoras. Revisan mi libreta de anotaciones y mi teléfono móvil, y me sacan del bolsillo de la camisa una pequeña grabadora digital. Uno de los chavales intenta convencer al resto de que la grabadora es una cámara oculta.
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