El Top500, en su carrera desenfrenada apoyada por el desarrollo informático, hace que el primero de la lista quede fuera de ella en unos seis o siete años. Asusta pensar en la obsolescencia producida en activos de coste tan elevado. No olvidemos que la mayoría de los grandes superordenadores se financian con dinero público. ¿Es megalomanía o desconocimiento de esta situación, lo que mueve a los responsables políticos, financieros y técnicos a emplear tantos recursos en algo de dudosa necesidad?.
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