Decía Thomas de Quincey, que "si uno comienza por permitirse un crimen, pronto no le dará importancia a robar", y tal vez robar las creaciones ajenas sea lo que más se acerca a lo que se llama plagio. Uno de los temas más candentes y morbosos, además de oscuros del mundo editorial contemporáneo, es este, el del plagio. La implicación de las editoriales en la creación de personajes mediáticos de pretendido glamour a quienes se les cocinan libros con los que acrecentar las cuentas de resultados de las empresas editoras.
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