Una patrulla de la Guardia Urbana vigila el tráfico rodado de Barcelona con un radar mediante un procedimiento que a simple vista parece poco ortodoxo. El mencionado aparato de medición de velocidades se encontraba ayer en el interior de un vehículo camuflado de este cuerpo policial anclado a una base tan poco estable como las manos de un agente. Mientras uno de los miembros de la patrulla sostenía como podía la máquina, el otro iba anotando sin descanso las incidencias.
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