La privación del juego en los niños provoca falta de optimismo, depresión, reacciones rígidas e inflexibles, incapacidad para controlar las emociones, dificultad para generar confianza, así como sedentarismo y obesidad, según asegura el psiquiatra y autor del libro '¡A jugar!', Stuart Brown, con motivo de la celebración, este viernes, del Día Internacional del Juego.
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